El Vínculo entre la Toxemia Interna, los Hábitos perjudiciales y el Bienestar Emocional

 

Profundicemos en cómo los malos hábitos y la toxemia interna pueden influir negativamente en nuestro bienestar emocional y vitalidad, en nuestra predisposición a tener pensamientos y emociones negativas y además exploremos estrategias para revertir este proceso.

 

La Génesis de la Toxemia Interna y su Impacto Energético

 

En nuestra sociedad moderna, el estilo de vida adoptado fomenta la acumulación de toxinas en el organismo. Estas “toxinas”, que no son solo residuos metabólicos, sino la consecuencia de elecciones diarias que sobrecargan nuestros sistemas de eliminación y desequilibran nuestro sistema nervioso, reduciendo nuestra energía vital.

La salud mental y emocional dependen en parte del grado de vitalidad y de las condiciones energéticas del individuo. Si existe una sobrecarga importante de suciedad y toxinas en el organismo, este tendrá tendencia hacia los sentimientos y pensamientos negativos. Y si persiste esta sobrecarga mórbida en el organismo, se reducirá notablemente el nivel energético de la persona.

Lo cual desencadena en múltiples desequilibrios físicos  y emocionales  y además puede comprometer el resultado de las terapias, haciendo que no sean lo suficientemente eficaces y que pueda haber recaídas.

 

 

PRINCIPALES FUENTES DE TOXEMIA

 

Vamos a ver primero cuales son las principales fuentes de toxemia, para entender cómo todos sin excepción, debemos seguir de forma periódica hábitos que faciliten esa limpieza y liberación. Ya que por nuestro estilo de vida actual, se genera un contexto, en el que el cuerpo tiene serias dificultades para mantener un equilibrio energético y como consecuencia de esto se crea un terreno abonado para la proliferación de todo tipo de enfermedades y pensamientos y emociones dañinas.

 

Las fuentes de estas toxinas son diversas:

 

  • Sobrealimentación y Sobreesfuerzo Digestivo: Consumir más alimento del que nuestro cuerpo puede procesar eficientemente genera una carga excesiva en el sistema digestivo. Este esfuerzo continuo agota nuestra energía y puede llevar a la acumulación de subproductos metabólicos no deseados.
  • Alimentos “Sucios” y Toxémicos: La proliferación de alimentos procesados, ricos en aditivos, conservantes, grasas trans y azúcares refinados, introduce directamente sustancias nocivas en nuestro cuerpo. Estos componentes interfieren con las funciones celulares, inflaman el organismo y demandan una gran cantidad de energía para su procesamiento y eliminación.
  • Sedentarismo y Deficiencia de “Prana” (Oxígeno y Nutrición Respiratoria): La falta de actividad física reduce la circulación, la oxigenación celular y la eficiencia del sistema linfático, encargado de la eliminación de desechos. Una respiración superficial y deficiente limita la captación de oxígeno vital (“Prana” en la tradición yóguica), esencial para la producción de energía y la desintoxicación a nivel celular. Un metabolismo lento y poco eficiente es una consecuencia directa de esta carencia.
  • Agua de Baja Calidad e Hidratación Insuficiente: El agua es el medio principal para el transporte de nutrientes y la eliminación de toxinas. Un consumo insuficiente de agua pura o la ingesta de agua contaminada con cloro, metales pesados u otras sustancias desvitalizadas (que es lo habitual en el agua de grifo y embotellada) dificulta los procesos de limpieza interna y puede incluso introducir más toxinas al organismo.
  • Contaminación Ambiental: La exposición constante a la polución atmosférica (gases, partículas), los químicos presentes en alimentos y productos domésticos, y la creciente contaminación electromagnética representan cargas adicionales para nuestro sistema biológico, obligándolo a invertir energía en neutralizar y eliminar estas agresiones externas.

 

Todos estos frentes abiertos, bombardeando constantemente nuestro organismo y nuestra integridad. Actúan como verdaderas bombas de toxinas físicas y energéticas que debilitan y desgastan nuestra fuerza vital. Esto quiere decir que aunque nuestro cuerpo tiene un fuerte sistema de eliminación y drenaje.., se ve completamente sobrepasado y es con el paso del tiempo cada vez más incapaz de realizar su función de forma óptima.

 

 

El Cortocircuito Energético y su Manifestación Emocional

 

Vamos a ver ahora cómo este incremento de toxemia interna y disminución de la energía vital, nos perjudica a nivel emocional y mental.

Cuando nuestro cuerpo está sobrecargado de toxinas y opera con una energía disminuida, se crea un “terreno abonado” para el desequilibrio emocional. La energía vital, es la base de nuestra resiliencia física y mental. Y Cuando nuestro cuerpo tiene que enfocar esta energía en  luchar contra la toxemia interna, queda menos vitalidad disponible para mantener un estado emocional equilibrado y positivo.

 

Esta disminución de la vitalidad se manifiesta de diversas maneras a nivel emocional y mental:

 

  • Pensamientos Negativos Recurrentes: La falta de energía y la inflamación sistémica debida a la toxemia interna pueden afectar la función cerebral, predisponiéndonos a patrones de pensamiento negativos, rumiación de ideas y una visión pesimista de la vida.
  • Emociones Nocivas Intensificadas: La irritabilidad, la ansiedad, la tristeza y la frustración pueden sentirse con mayor intensidad y frecuencia cuando nuestro cuerpo está luchando por mantener el equilibrio interno. Porque la capacidad de regular nuestras emociones se ve comprometida.
  • Reducción de la Resiliencia Emocional: Ante los desafíos de la vida, una baja reserva energética nos hace más vulnerables al estrés y menos capaces de recuperarnos emocionalmente. Y esto se convierte en una fuente de angustia, porque queremos salir de un estado y vemos queno somos capaces, no vemos salida alguna.

 

 

¿Qué podemos hacer para revertir esta tendencia y mejorar nuestro bienestar emocional y físico?

Lo primero es conocer esto y darse cuenta de ello, porque los malos hábitos y las emociones “negativas” se retroalimentan

 

Cuando nuestro nivel energético es bajo, tendemos a recurrir tanto a alimentos como a hábitos nocivos como una forma de buscar alivio o gratificación instantánea. Esto puede proporcionar un pico de energía o una sensación de confort momentánea, pero a largo plazo, incrementa la toxemia interna y agota aún más nuestras reservas energéticas, que nos conduce a emociones de más baja vibración cómo  el miedo, la ira o la ansiedad, que a su vez nos impulsan a adoptar comportamientos poco saludables como una forma de afrontamiento disfuncional.

Esta retroalimentación negativa consolida tanto los malos hábitos como el desequilibrio emocional. Perpetuando un ciclo vicioso de hábitos perjudiciales.

 

Hábitos a corregir:

Esta espiral descendente puede revertirse mediante la adopción de hábitos conscientes y estrategias que apoyen la desintoxicación, la revitalización y el equilibrio emocional. Te doy algunas claves para iniciar este proceso de limpieza y recuperación:

 

  1. Realiza depuraciones periódicas: las detox y los ayunos controlados, una o dos veces al año, son una forma excelente de limpiar tu cuerpo rápidamente, en tan solo unos días de desintoxicación podemos remover y eliminar toxemia de forma más sencilla y efectiva que con otros métodos.
  2. Optimización de la Alimentación: tener buenas elecciones alimenticias, no solo va a aportarnos más nutrientes y vitalidad, sino que nos va a ensuciar internamente menos, previniendo un porcentaje muy grande de esa sobrecarga toxemica. Además es importante el momento y cómo comemos, si lo hacemos de forma consciente centrados y enfocados en el momento de comida, la masticación… sin distracciones, ni prisas, esto reducirá el estrés digestivo., mejorando la digestión y por consiguiente también se reducirá la sobrecarga toxemica por alimentos mal digeridos y por estreñimiento.
  3. Hidratación adecuada: beber poco dificulta la eliminación de toxinas y fomenta un mal funcionamiento celular. Si te cuesta beber puedes aumentar el consumo de caldos caseros, infusiones o aguas saborizadas con fruta o plantas aromáticas.
  4. Movimiento y Oxigenación:
    • Ejercicio regular: La actividad física mejora la circulación, la oxigenación, la función linfática y la eliminación de desechos. Encuentra una forma de ejercicio que disfrutes y practícala de forma constante, no tiene porqué ser intenso, con que salgas todos los días a caminar ya vale.
    • Respiración consciente: Practicar técnicas de respiración profunda y completa (como la respiración diafragmática) aumenta la captación de oxígeno, reduce el estrés y mejora la vitalidad.
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    • 5. Gestión del Estrés y Bienestar Emocional: El estrés es una de las cosas que más nos intoxica a todos los niveles. Corregirlo es fundamental a la hora de prevenir enfermedades más graves y de aumentar nuestra calidad de vida y bienestar emocional: Medita, realiza terapias de liberación del estrés, entra en contacto con la naturaleza (ya sea paseando o realizando jardinería, la tierra y la vegetación tienen la capacidad de ayudarnos a descargarnos del exceso de electrones negativos). Busca apoyo social y emocional, en vaciar nuestras emociones en un entorno en el que nos sentimos seguros, no solo reduce la presión mental, sino que contribuye a una mayor resiléncia y a reducir los pensamientos torturantes y displacenteros.
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    • 6. Reduce la Carga Tóxica Ambiental: Intenta elegir productos naturales, ecológicos, de temporada. Evita los procesados. Minimiza tu exposición a la contaminación electromagnética (dispositivos móviles, wifi…)

 

 

Ya ves que para restaurar nuestra energía vital y cultivar un estado de bienestar emocional duradero, es fundamental reducir y saber cómo eliminar la toxemia interna. Al liberar nuestro cuerpo de la carga tóxica, liberamos también nuestra mente para experimentar una mayor claridad, alegría y vitalidad en la vida.

Tener un buen nivel energético determina la manera de afrontar los conflictos en la vida y la manera de vivir. Los niveles de sobrecarga toxemica tanto física como psíquica, condicionan en buena medida nuestra forma de reaccionar ante los problemas, haciéndola positiva y equilibrada o negativa y desvitalizante.

Cuando estamos en buenas condiciones energéticas y de bienestar, la forma en que reaccionamos tiende a ser buena, con conductas beneficiosas y positivas como: coraje, aceptación, precaución, afectividad…, y además tendemos a  tener mejores hábitos de vida.

Sin embargo cuando nos encontramos en condiciones de carencia o desequilibrio energético y aparecen complicaciones en la vida, nuestro nivel de energía es insuficiente para hacerles frente. Y la mente reacciona y recurre a conductas más bien tóxicas, asociadas con bajos niveles energéticos (miedo, angustia, ira, culpa, vergüenza, arrogancia, obsesiones…). Y la tendencia es a vivir de forma desarmónica, con hábitos perjudiciales, adicciones  y comportamientos ansiosos y compulsivos.

 

Te invito a liberarte de esta sobre carga de forma acompañada ya sea a través de consulta naturopática y somato-emocional o aprendiendo cómo hacerlo con mis talleres de alimentación simbiótica y técnicas depurativas.

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